Elantxobe (Vizcaya) es como esas películas que acumulan laureles en los festivales, de historia profunda y fotografía preciosista, que uno va a ver solo ante la falta de acompañantes. Eso no significa que la película sea mala, solo que no es para todos los gustos. Quien prefiera los días de oficina y crossfit, el CO2 de los tubos de escape o las bambalinas del teatro, seguramente Elantxobe sería el último destino al que iría. «El teatro no me hace gracia, hay mucha sobreactuación, y el cine ahora lo tenemos en casa», dice Jon Tirado. Él ha elegido Elantxobe, lo que implica casi con seguridad vivir solo: en este pueblo, 109 de las 190 viviendas las habita una única persona.
«Si te soy sincero, yo no noto la soledad, estoy de perlas«, asegura Iker a EL ESPAÑOL. Da gusto hablar con él, transmite la sensación de que es alguien que valora el simple hecho de hablar, de entablar relación en el sentido más elemental y mínimo posible. Un día normal en su vida consiste en salir temprano a trabajar por Elantxobe y alrededores. Cuando vuelve a casa, está tan cansado que solo piensa «en comer, jugar a algo y dormir».
Hay quien dice que a eso de las seis o las siete de la tarde, la gente del pueblo sale a la rotonda o al frontón para hacer tertulia. La hora social lo llaman. Iker, en cambio, no lo ve así: «Eso de la hora social no me suena. A esas horas esto está más oscuro que la hostia, como para salir a hora social«. Allí no hace falta hacer planes: es tan pequeño que entre el primer bar y el tercero apenas hay 200 metros de separación. Quien sale de casa se choca con el vecino.
—¿Qué ventajas le encuentra a vivir solo?
—Prácticamente todo son ventajas. Yo estoy acostumbrado y me gusta. Si tienes pareja, que cada uno viva en su casa yo no lo veo mal. He estado con mi perro hasta ahora. A mí me parece que vivir solo es lo normal.
—¿Y tiene algún inconveniente?
—El principal problema es que si quieres comprar una vivienda, a los precios que hay, es imposible. Aquí tienes tres bares, mi taller eléctrico, un barco pesquero, una tiendita con tabaco y para de contar.
—Con tanto soltero, ¿miran raro a los emparejados?
—(Ríe). Qué va, hombre. No es que se les mire raro, porque aquí nadie se había planteado eso. Sí es verdad que, desde que salió la estadística, algunas bromas se han hecho…