Presentada por vez primera en Art Basel Miami Beach en diciembre de 2019, donde estuvo a la venta por 120.000 dólaresen el estand de la célebre galería Perrotin, la obra ‘Comedian’, de Maurizio Cattelan (un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva), debuta en subasta. Será en la sala Sotheby’s de Nueva York el 20 de noviembre. Su valor estimado: entre 1 y 1,5 millones de dólares. Antes de la venta hará una gira mundial por Nueva York, Londres, París, Milán, Hong Kong,| Dubái, Taipéi, Tokio y Los Ángeles. Entendemos que no será el mismo plátano el que visite todas estas ciudades. Una ‘performance’ digna de aparecer en un capítulo de la serie ‘Bellas Artes’. Perrotin logró vender en la feria las tres ediciones de la obra (entre los compradores, Sarah Andelman, fundadora de la boutique Colette, y Billy y Beatrice Cox, de Miami), incluso elevando el precio a 150.000 dólares por la copia final. A pesar de que había muchas personas interesadas en comprarla, incluido Damien Hirst, la galería optó por conservar dos pruebas de artista. | @abc
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— James Lucas (@JamesLucasIT) January 22, 2024
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“No sé si las personas de la Edad Media eran felices o no, pero lo cierto es que el sexo no era un trauma para ellas”. Quizá sea esta una de las afirmaciones que mejor definen la propuesta de Mellén, quien sí identifica ese shock en la sociedad contemporánea. El primer trauma tiene que ver con el cuerpo y la forma de mostrarlo. “La mentalidad eclesiástica rigorista (extrema) nace en el siglo XI y va permeando progresivamente en la sociedad, hasta llegar a ese tabú sobre la corporalidad que hemos recibido como herencia”, argumenta. “Hoy se producen situaciones tan absurdas como que se censuren cuerpos desnudos en las redes sociales, mientras existe un montón de pornografía accesible en internet”, ejemplifica. En cambio, “la genitalidad era cosa del día a día en la sociedad medieval, en la que no había intimidad”, contrapone la autora alavesa.
La sexualidad no solo estaba normalizada, sino que era (muy) deseable para la clase social en la que Mellén ha puesto el foco en este trabajo: la nobleza. El linaje tenía que perpetuarse con una larga descendencia, incluso a través de la llamada eugenesia: los familiares mantenían relaciones sexuales entre sí para buscar la pureza de la sangre, incurriendo en el incesto. “Tenían unas costumbres sexuales muy exuberantes, porque alumbrar más hijos favorecía el linaje, daba igual si eran bastardos o bastardas”, expone la historiadora, quien concluye: “La familia estaba por encima del individuo, así que el sexo ocupaba un lugar central”. Y en ese contexto, la mujer era protagonista. Si la estirpe daba derecho a gobernar, “las mujeres eran portadoras de poder político: dar a luz era su sacrificio”. | @eldiario
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