Sufro con esa mierda cada vez que viajo a mi país. Acostumbrada a la amabilidad en España, aquello me pone mala… En los bancos, cafeterías, tiendas, supermercados… En todas partes te responden mal, te ponen mala cara y hacen el trabajo sin ganas. Muchos de mis familiares o conocidos que viven ahí lo defienden con «es que para la miseria que cobran cómo quieres que estén».