Las más jóvenes piensan diferente
Continúo con mi encuesta entre conocidas y detecto un detalle interesante. Mis amigas más jóvenes, de treinta y poquísimos, no piensan lo mismo que las que superan ya los 40; parece que una nueva concepción de las relaciones gana terreno. Pero no de manera simétrica. Los varones, cuentan ellas, siguen creyendo que subir a casa = sexo asegurado. Dice Ana: «Para mí, subir a casa de él tras una primera cita no tiene por qué significar sexo, pero creo que para ellos sí. Si te invitan a su casa, aunque sea con un ‘¿nos tomamos la última?’, en la mayor parte de los casos va implícito que pase algo». Y Adela, por su parte, apunta: «No. Para mí, ir a una casa, sea la suya o la mía, sólo significa buscar un entorno de mayor intimidad, pero eso no necesariamente tiene por qué llevar al sexo. Por ejemplo, con alguien que has conocido a través de una app, quedas, te das un par de besos en un bar y luego puedes irte a una casa, en busca de ese entorno más íntimo. Pero ahí puede pasar que yo finalmente no quiera. O que la otra persona no quiera. En cualquier caso, creo que todavía para los hombres es distinto; para ellos, ir a una casa durante una cita sí que suele ser una invitación al sexo».
La visión masculina sin cortapisas me la sirve en bandeja en un foro de la web Mediavida Sara123. Todo empieza con esta queja: «No me creo que cualquier hombre que se acerque a una mujer y le diga de ir a tomar una copa (y ella claramente vea que no es con intenciones de amistad) esté pensando en meterla esa noche. Quiero decir, por mucho que tengáis más tendencia a la promiscuidad estoy segura de que hay hombres que también piensan en pasar una noche conociendo a una mujer y hacer el proceso algo más lento. O QUIERO PENSARLO». Lo quiere pensar, sí, pero la realidad se lo desbarata, porque a continuación, ella misma escribe: «Basándome en mi experiencia personal, si me acuesto con un chico en las primeras citas acabas pareciendo una desesperada o la tabla del cero, pero si esperas unos días a conocerlo más te vende las mil y una historias para acabar echándote uno y una vez follada pierdes todo el valor. ¿Qué cojones hay que hacer?».
Dos buenas docenas de hombres acuden prestas a responder su pregunta: «Pues follar y luego charlar un rato si me has gustado. Si no nada, byee». Otro añade: «¿Por qué narices iba a pedir alguien una cita para hacer amistades? Anda, mira esa persona del sexo opuesto que me atrae, vamos a ver si hacemos amistad porque me atrae físicamente». Uno más tercia: «En general creo que nos atribuís procesos mentales y pensamientos que son enteramente vuestros». Y uno más mete el dedo en la llaga: «No, no… La pregunta no es qué quieren los tíos. Es qué queréis vosotras». | @elmundo