—¿Qué hay que hacer?
—Naturalizar los cauces de los ríos, allanar la zona de inundación de un río, permitir meandros que frenen su velocidad, que se desarrolle otra vegetación natural, no esas cañas que se pusieron de forma apresurada para cubrir el expediente ambiental y han resultado peor. Tomarse en serio cómo funciona un río y tomar medidas casi en el día a día y año a año. Recurrir a la naturalidad del cauce requiere eliminar algunas viviendas, algunas de ellas ilegales, que se acaban legalizando porque estaban ya construidas. Hay que revisar caso por caso. Se han aceptado proyectos de construcción de 200.000 y 300.000 euros, y mira ahora a cuánto ascienden los daños. Sin contar las muertes, que yo no sé cuánto cuesta la vida de una persona. Nos ha salido carísimo posponer la inversión en naturalizar los cauces.
—¿Habría que eliminar viviendas?
—Sí, y desde luego, regular a la baja la construcción en estas zonas. Es que fue paradigmático, el día anterior a la dana, la Comunidad Valenciana aprobó adelantar la línea de los hoteles a 200 metros frente a la costa, en lugar de los 500 que se ponía por precaución. Es una medida de seguridad. Pues esa semana se aprobó rápidamente. Igual que la Comunidad Valenciana eliminó la UVE, la Unidad de Vigilancia de Emergencias. Esto revela que no se ha entendido el riesgo del cambio climático, y si se ha entendido, entonces peor aún: la vida de las personas no vale nada.
—¿Es cierto que Japón envió una alerta a los ciudadanos que estaban en España?
—Sí, estaban mejor informados los japoneses en España que los españoles.