Las peluquerías femeninas florecieron en Afganistán a finales de 2001, tras la invasión norteamericana del país que siguió a los ataques del 11-S. Para la versión más radical del islam político que mandaba antes y vuelve a gobernar ahora, las peluquerías -con independencia de que el peinado sea luego cubierto por el velo o por el burka- son una fuente de vicio para la mujer; y además crean fuentes de trabajo femenino incompatibles con la visión tradicionalista.
La mujer honrada, la pierna quebrada y en casa. De hecho, el decreto ha sido publicado por el Ministerio para la Prevención del Vicio y la Propagación de la Virtud, donde se junta lo más selecto del clero talibán. | @abc