Al llegar desalojaron la sala ya que el número permitido de personas en su interior era de 33 y en el conteo realizado por los agentes había alrededor 60. Estos le pidieron al camarero que estaba trabajando que fuese él quien se encargase de que solamente hubiera en el interior el número establecido por la licencia. Durante el desalojo, uno de los clientes se mostró molesto y desveló ante las autoridades que en el bar «hay un cuarto apartado de la vista y oculto detrás de una estantería de madera» en el que ese preciso momento había «gente que practicaba sexo a cambio de dinero».
Tras la declaración, el grupo policial le pidió al empleado que les enseñara el escondite al que se refería el cliente. Así pues, el camarero «se acercó a una estantería de madera, la movió y se abrió lo que parecía la cocina del local«, describen las autoridades al medio citado.
La sala descubierta tenía la luz apagada y, al encenderla, los policías se toparon con un grupo compuesto por cuatro mujeres y cinco hombres. «¿Qué hacen ustedes aquí?», fue la pregunta que los agentes les hicieron, a la que, aunque dieron varias respuestas diferentes, todos reconocieron que a este cuarto «solo entran las personas de confianza del dueño a determinadas horas«. | @20m