Nació siendo niño, pero no lo supo hasta que cumplió los 15 años. Fue su padre quien le reveló la verdad, que una negligencia médica durante una circuncisión en 1965 había destruido sus genitales, ante el sufrimiento del que era testigo. Y es que Brenda Reimer , que nació siendo Bruce, sufría depresión y se intentó suicidar en varias ocasiones siendo apenas un adolescente, una situación que su padre no pudo soportar, a pesar de los concejos médicos.
En la dura historia de Brenda es protagonista John Money , un psicólogo del hospital Johns Hopkins (Baltimore) que sostenía que la condición sexual no es innata, sino que es asignada mediante la educación en los primeros años de vida, según explica el diario ABC.
Tras la operación en la que sus genitales masculinos fueron transformados en una vagina, realizada el 3 de julio de 1967, la vida de Brenda, que tenía un hermano gemelo, no fue nada fácil: su madre, Janet, contaría en los años noventa al periodista de la revista ‘Rolling Stone’ John Colapinto , la primera vez que trató de ponerle un vestido a Brenda intentó arrancárselo. «Recuerdo que pensé: ¡Dios mío, sabe que es un chico y no quiere que le vista como a una chica!». Pero no solo fue aquello. Cuando su hermano jugaba a afeitarse con su padre, Brenda también quería. «Mi padre me dijo: No, no. Tú vas con tu madre. Me puse a llorar, ¿Por qué no puedo afeitarme también?», contó él mismo.
En definitiva, sus institos se alejaban de las conductas atribuidas a las mujeres, una conclusión que quedó fuera del libro que el doctor Money, que lo utilizó como cobaya, publicó con sus teorías de género. El psicólogo, recoge ABC, aseguraba que tras haber enfatizado en el uso de la ropa femenina, Brenda ya tenía una clara preferencia por los vestidos, que se sentía orgullosa de su pelo largo y que por Navidades había pedido una casa de muñecas y un carrito de paseo.
Cuando ya en los años ochenta, Brenda supo la verdad, decidió someterse a una operación de cambio de sexo para volver a ser chico. Se quitó los pechos que le habían crecido gracias a las hormonas y se puso el nombre de David. Él se casó cuando cumplió 23 años, pero su familia había quedado destrozada. Su gemelo se suicidó en 2002 y él hizo lo mismo dos años después.
La historia de David Reimer saltó a la luz en 1997 gracias al doctor Milton Diamond de la Universidad de Hawai, quien convenció a David de que contar su caso ayudaría que no le ocurriera a nadie más. Meses después salía publicado también el artículo de John Colapinto que en el año 2000 se editaría en un libro titulado ‘Tal como la naturaleza lo hizo’. La reflexión conclusión es que «si todos estos esfuerzos médicos, quirúrgicos y sociales combinados no tuvieron éxito en hacer que este niño aceptara una identidad de género femenina entonces, tal vez, tengamos que pensar que hay algo importante en la constitución biológica del individuo». | @elcomercio
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