No hay ni una sola línea recta en el interior de la Sagrada Familia: todo está construido imitando la arquitectura de la naturaleza. (“La recta es del hombre; la curva es de Dios”, dijo Gaudí). Las columnas que sostienen el templo emulan árboles que se alzan del suelo al techo y cuya trayectoria de crecimiento está calculada aritméticamente.